Construcción de Opinión Pública
Opinión
La biología del cariño
Emilio tenía una cajita cerca de su mesa de noche. Para todos era un objeto misterioso, intocable. Estaba gastada por el uso diario de tantos años. Siempre colocada en la misma posición. Todos sabíamos que adentro había apenas una muestra de todo lo que guardaba en sus miles de escondites. Sabíamos que por la mañana abría la caja y catalogaba, re catalogaba, seleccionaba y clasificaba el contenido. Luego la cerraba. Era eso, la cajita de la mesa.
La diversidad nos hace mejores
La diversidad de opciones sexuales e identidades de género no es una novedad contemporánea. Se remonta a los orígenes de la humanidad. Así lo atestiguan evidencias arqueológicas, antropológicas y, luego, literarias. Lo nuevo (aunque ya no tanto) es aceptar que esas condiciones, preferencias o conductas no pertenecen al ámbito de las extravagancias o desviaciones, sino de los derechos. Como tales, poseen dimensiones individuales y sociales. En ambas merecen respeto y tutela legal.
Yo le creo a Verónica Pinto
La semana pasada Verónica Pinto denunció a su esposo, el congresista liberal Andrés Felipe Villamizar, por maltrato físico y psicológico. Pinto salió a los medios con un ojo morado a contar su historia en una entrevista con Maritza Aristizábal, de RCN. Una y otra vez nos da cuenta del prontuario de agresiones, cuándo, dónde, cómo, mientras en la pantalla pasan fotos —seguramente de Facebook— en donde la pareja aparece junta. Pero ¿usted lo ha agredido a él? Yo me he defendido. ¿De qué? De sus agresiones físicas. ¿Cuáles? Me intentó asfixiar una vez. ¿Y por qué? Porque estaba borracho.
Sana crítica: Papás cuidadores
Celebro leer noticias positivas, máxime cuando se trata de romper estereotipos, como que el cuidado es tan importante recibirlo del padre como de la madre. Me refiero a la nota de este diario titulada “Más de 1.600 papás han disfrutado de licencias para cuidar hijos muy enfermos”.
La noticia explica cómo más de 1.600 papás de menores gravemente enfermos han podido acogerse a la licencia para cuidar a sus hijos.
Empoderar a las niñas
En la lotería de la vida, nacer mujer en un país pobre te sitúa en una doble desventaja. Las mujeres de estos países tienen la mayor incidencia mundial de pobreza de entre todos los grupos demográficos, además de las peores condiciones de salud, el menor acceso a la educación y la mayor probabilidad de ser víctimas de violencia.
La desigualdad de género (a través de la exclusión laboral y los menores salarios) cuesta al mundo un alarmante 15,5 % del PIB. Negar oportunidades a las mujeres para desarrollar su potencial impide que las sociedades aprovechen su contribución. Sin embargo, la frustrante realidad es que las soluciones eficaces para abordar la desigualdad de género pueden resultar difíciles de identificar.
Enhorabuena porque habrá educación sexual
A partir del próximo año lectivo, el Ministerio de Educación Pública (MEP) impartirá el curso de Afectividad y Sexualidad Integral. Ante este hecho, varios grupos religiosos se han pronunciado. Posiblemente, muchos padres se encuentren, todavía, decidiendo entre permitir o prohibir que su hijo reciba las clases.
En un país donde la mayoría de las personas siguen prácticas religiosas tradicionales, que han impuesto una forma única de pensar promoviendo el silencio, el miedo y el desconocimiento del propio cuerpo, se ha atrasado la puesta en práctica de programas educativos de este tipo, pero los mensajes con cierto contenido sexual machista más bien inundan el diario vivir.
Masculinidades positivas
Leo y sigo leyendo, con no poco aturdimiento, que a pesar de lo avanzado que vamos ya dentro del siglo XXI, las estructuras de poder se flexibilizan, se mueven y se acomodan, pero no para ceder espacio, nunca caigamos en ese error, sino más bien para reorganizar las filas y hacer más efectiva la batalla. Porque sí, esto de la masculinidad hegemónica es una batalla que jamás se detiene, nunca cede un milímetro ni descansa un segundo.
Es esa masculinidad tóxica que nos entra desde un gran número de actores sociales y desde que somos muy pequeños; canalizada en cientos de mensajes directos e indirectos, eso sí, todos mensajes que se vuelven naturales por medio de la violencia física, verbal o psicológica: no llorés, no te dejés de los otros, debés ser siempre fuerte y racional, debés ligar a todas las muchachas, debés ser el número uno, naciste para conquistar, los hombres somos más inteligentes, más atléticos, más capaces, en fin, superiores a ellas que, por otro lado, son más sensibles, sentimentales, dóciles y sumisas.
El Neomachista. 10 frases para detectarlo
En ocasiones resulta muy cansado cargar con la perspectiva de género a todas partes. Cuando se entra en contacto con el feminismo, cuando entra a formar parte de nuestra vida de verdad, cuando se mezcla con nuestra identidad y con nuestra personalidad, pocas veces hay vuelta atrás.
Las gafas violetas nos permiten no solo ver, sino observar, analizar, descubrir, cuestionar, señalar, y sobre todo, explicar. Aplicando la perspectiva de género, descubrimos explicaciones a muchas situaciones y hechos que, aparentemente, no tenían una respuesta evidente: los puestos de poder, los estereotipos, el canon de belleza, el espacio público, la violencia de género, la brecha salarial y un largo etcétera precisan ser cuestionados y analizados desde la perspectiva de género.
¿Nuevas masculinidades?
La cosificación de las mujeres -destroncando su naturaleza de sujetos sociales-, es confinar a cualquier nación al subdesarrollo crónico. La falsa idea de la superioridad machista -los medios masivos de comunicación perforando conciencias— legitima las multiviolencias, la impunidad, la subordinación política y el sojuzgamiento sexista engendrando un sistema patriarcal que corroe la igualdad, la libertad y la justicia social. Pero peor aún, socava los endebles cimientos de la democracia, de los derechos humanos y de la ciudadanía.
En esencia, el machismo ha sido una estrategia de dominación amparada en el derecho que se reproduce victoriosamente en las entrañas del sistema capitalista, ya que es a través de la división internacional del trabajo que el machismo argumenta su absolutización en los procesos productivos, en la política, en la economía y en la cultura.
«Machismo e inequidad» impiden a la mujer hondureña llegar a la presidencia
«No toda pena tiene que ser cárcel»
En el 2013, la Corte Europea de Derechos Humanos condenó a Italia por la violación de los derechos humanos en las cárceles debido al hacinamiento. El Estado debió pagar 100.000 euros a siete reos, pero aún tenía 4.800 casos pendientes.
Para evitar nuevas sentencias, la Corte obligó a esa nación a tomar medidas contra la sobrepoblación en las prisiones.
Denuncian campaña machista en la capital de Honduras
El machismo se ensaña con América Latina
Edelmira Murillo Gutiérrez tenía 30 años, tres hijos y estaba embarazada del cuarto cuando su marido le clavó un hacha en el pecho el pasado agosto. Murió en aquel mismo instante en el suelo de la cocina de su vivienda en El Zapote (Honduras). Su asesino confeso alegó que estaba “cegado por los celos”. “Me dijeron que ella me pagaba mal con otro hombre, era solo para mí y no iba a permitir que eso ocurriera, por eso la maté”, dijo tras ser capturado por la policía días después del crimen, según recoge la prensa del país. Este es un capítulo más de la historia interminable de la violencia machista que en América Latina escribe sus líneas más sangrientas.
“En los últimos años, el número de feminicidios ha aumentado de manera alarmante en muchos países de la región. Según un informe reciente, de los 25 países que registran una mayor tasa de estos crímenes, más de la mitad (14) son latinoamericanos —cuatro en el Caribe, cuatro en Centroamérica y seis en Sudamérica—”, destaca el informe anual 2015 de ONU Mujeres para América Latina.
Suicidio afecta más a los hombres que a mujeres en Costa Rica
El suicidio es un problema que prevalece entre los costarricenses al punto que se triplicó en los últimos 3 años.
Cifras de la Caja Costarricense de Seguro Social señalan que en 2013 hubo 812 suicidios en el país.
Esa cifra se incrementó a 1.700 en 2014 y el año anterior superó los 2.300 casos.
Las palabras erradas
En días recientes, el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, pronunció una frase desafortunada: “Las estadísticas nos dicen que hay abortos de niñas, pero no es que hayan abusado de ellas, muchas veces las mujeres se ponen como en un escaparate, provocando”. Poco después, durante una visita a un hogar para madres víctimas de violencia y abandono, pidió perdón a las allí presentes afirmando que nunca había sido su intención ofender a la mujer; todo lo contrario, contaban con todo su apoyo y simpatía.
Sin embargo, este faux pas del Arzobispo limeño no pasó inadvertido a los medios de prensa, a algunos funcionarios de gobierno y tampoco a las organizaciones de mujeres —quienes recientemente se habían manifestado contra la violencia sexual— dado que el prelado es conocido por su postura conservadora, abiertamente contraria a la diversidad sexual y, por razones obvias, al aborto.
Mujeres protestan contra la violencia machista
Tras abusar sexualmente de ella hasta su muerte, sus dos asesinos lavaron su cuerpo y le cambiaron la ropa. La llevaron a un centro de salud y dijeron que había perdido el conocimiento por una sobredosis. Los médicos no pudieron reanimarla. Su asesinato ha sido catalogado como uno de los femicidios más salvajes registrados en Argentina y que ha motivado una manifestación de mujeres en toda Latinoamérica para repudiar el crimen.
En Managua la protesta se realizó frente a la Universidad Centroamericana (UCA), y también participaron algunos hombres. “Estoy aquí porque, como hombre, me siento indignado porque están matando cada vez más mujeres e incluso niñas. Vine porque no me gustaría que eso le pasara a mi mamá, a mis hermanas o cualquier familiar”, expresó el joven universitario Manuel González.